"Cosmópolis" es el resultado de la investigación que hice acerca de la historia del "Petiso Orejudo" el primer asesino en serie conocido en mi país, Argentina. Luego de haber terminado de escribir "Cosmópolis", me encontré cargando con muchas relacionadas a la historia en la cabeza.
"Insomnio" es el descargue.
Insomnio
3
de enero
Escribo por desesperación, buscando
trazos de mí misma sobre el papel.
Necesito saber que no se me escapa la razón por alguna grieta de la mente. Traté de
explicarle a Margarita lo que me estaba pasando, cree que exagero. No me atreví
a decirle que llevo semanas teniendo pesadillas. Me abruma el ruido en las
noches cuando trato de dormir, pero también me desespera el silencio ya en la madrugada cuando el sueño se da por vencido.
Desde que me mudé aquí, tengo miedo de la gente, me aterra todo lo que pasa en las
calles de esta ciudad…
Llevo ya seis días sin salir
del departamento… Sigo con la investigación
aunque ya no me corresponda, hay
una de las historias que me persigue en esas pesadillas
Se me acabaron los cigarrillos pero no quiero
salir de noche, durante el día a veces logro dormir… extraño a mamá… sus manos
acariciando mi frente para que pudiera dormir esas noches que la locura se me
quería meter por los ojos que no se cerraban nunca…
Diario La Nación Columna Mensual Domingo 8 de enero de 2006 Arquitectura
Historias Ocultas de la Ciudad
Por Margarita Rotman
Profesora de Arquitectura de la Universidad de
Buenos Aires
Acercándonos ya al bicentenario del país, el caminar por las calles de
nuestra ciudad, me hace pensar en la celebración del primer centenario de la
nación. Fue un impulso vital a la infraestructura de la Argentina que se
convirtió en un bullicio patriótico acompañado de un crecimiento poblacional
vertiginoso. Por esa misma población que se multiplicaba gracias a nuestros
bisabuelos y tatarabuelos llegados de Europa, la ciudad comenzó a crecer y a
desarrollarse dentro de un concepto urbano
novedoso y avanzado. Y en los cimientos de todo ese desarrollo
quedaron enterradas historias macabras de nuestra nación.
Una,
que resulta verdaderamente escalofriante, se encuentra todavía enterrada debajo de alguna casa de Buenos
Aires.
El Petiso Orejudo fue probablemente el primer asesino en serie de
nuestro país. Al momento de ser
arrestado en 1913, había matado a cinco niños según su confesión. El primer
cadáver, puede estar aún enterrado debajo de la casa de una ilustre familia
de nuestra ciudad.
Según él contó a la policía de la época, en
1906 tomó a una niña de
aproximadamente 2 años y la llevó hasta un baldío sobre la calle Río de
Janeiro donde intentó estrangular a la
pequeña. Después de haberla golpeado, decidió enterrarla viva en una zanja que cubrió con
latas.
Las autoridades, al
conocer este crimen, se trasladaron
hasta el lugar pero se encontraron con que se había edificado una casa
de dos pisos. Los archivos policiales registran una denuncia por desaparición
con fecha 29 de marzo de 1906, de una niña de tres años de nombre María Roca
Face, tomada en la comisaría 10ª. La niña desaparecida nunca fue encontrada…
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10/enero
Escribo para demostrarme a mí misma que
no he perdido conciencia de la
realidad. Tengo montañas de papeles de
historias que me persiguen por las
noches. No puedo dormir sin saber que es de
día. La noche me mortifica, estoy viendo algo que no puede ser real, no
debería ser real. Ella apareció hace dos noches mientras yo estaba sentada
sobre la cama, encorvada frente a la
computadora como siempre. Antes de verla
escuché su vocecita, “¿Quién sos?”. No
necesité mirarla para saber que era ella, la nena desaparecida.
Necesito el papel, necesito escribir sobre hojas que puedo tocar. No confío en la
computadora, me traiciona, me observa,
de allí salió ella. Lleva cien años muerta, enterrada debajo de una de
las casas que estoy estudiando. No sé cuándo comencé a enfrascarme en su
historia. Yo sólo quería investigar la arquitectura de Buenos Aires, para eso vine a esta ciudad. Tengo miedo, no sé si lo que veo es
real. Hace tiempo que tengo miedo, por eso tengo la s puertas y las ventanas cerradas.
Duermo un poco de día. Me pasé las últimas dos noches oyéndola a ella. Me
pregunta dónde está, quién es, quien soy… Me grita desde la historia de su muerte… cuando cierro los ojos, la veo
morir, adormecida de dolor, entre las latas… ¿Cuánto tiempo habrá estado
allí?... enterrada viva…
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A:
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luciagarza@gmail.com
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De:
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Asunto:
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Te
pido que reconsideres
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Miércoles, 11 de enero de 2006
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Estimada
Lucía,
Quiero pedirte que reconsideres tu decisión. Has sido la mejor
ayudante de investigación que he tenido durante mis años en la Facultad de la
UBA. Sé que extrañas mucho tu
provincia y a tu mamá, pero tu
colaboración en la investigación ha sido decisiva para el proyecto.
Me parece que fue mala idea que hicieras las redacciones desde tu
departamento, has estado muy encerrada estos meses. Te necesito en la
oficina. Has logrado una conexión personal con estas historias que puede
darle una dimensión más humana al libro.
Las columnas en el diario han despertado interés por el tema, vos
sabés las posibilidades que esta publicación nos puede dar.
Quisiera hablar con vos en persona, traté de comunicarme a tu casa
pero siempre aparece ocupado, creo que debes tener un problema en la línea.
Yo me voy a Mar del Plata con mi marido
en dos días y volvemos a mitad de febrero, cuando retomaremos la
investigación, espero que para entonces hayas reconsiderado tu renuncia.
Saludos,
Margarita
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Creo que sigue siendo enero
La he interrogado hasta el cansancio.
No sabe su nombre. No sabe en que año
nació, no me dice nada sobre sí misma. No recuerda al petiso. Necesito saber si es ella, si es
la niña que está enterrada debajo de la casa. A veces, cuando logro dormir, sueño con la
vida que ella hubiera tenido. Me la imagino joven, adulta, anciana. Sólo hay de
ella un dibujo que hizo su madre. A
veces también la veo golpeada, llorando debajo de las latas, gimiendo sin poder
entender lo que ocurre, entonces despierto y está aquí en el departamento,
mirándome sin saber que yo acabo de ver su muerte en mis sueños.
Ella también me interroga a mí, me
pregunta quién soy, me sigue por el
departamento, me pregunta si la conozco, porqué la busqué, porqué paseo por
todo el departamento durante la noche, por qué duermo de día…
Las sombras del departamento se me
comienzan a parecer a las manchas de tinta que me enseñaba aquel terapeuta al
que iba cuando llegué a la ciudad. La
tinta sobre el papel… es la única conexión que me queda con la
realidad… tengo el teléfono descolgado todo el día… no quiero hablar con nadie…
sólo con ella… ella sabe lo que es la soledad, ella sabe lo que es sentirse
hundida debajo de la tierra y que nadie te escuche, así murió… creo que es
ella… no sé…
***
Cuando me acuesto y cierro los ojos
siento cosas moviéndose junto a la cama,
ella deambula por el departamento cuando no la veo, lo sé. A veces decide no
contestarme y el sonido de mi propia voz
me irrita, me desespera. Necesito saber que es ella, que es la que está enterrada debajo de la casa… quiero
ver sus huesos, asegurarme de que es real…
Necesito dormir.
Ayer sentí como si tocaran a la puerta,
pero la nena me llamó y me escondí con
ella debajo de la cama hasta que se fueron…
Quiero desenterrar sus huesos con mis
propias manos si es necesario. Me la imagino, respirando con dificultad, debajo
de las latas. Necesito saber si es ella … Ayer me preguntó de nuevo por qué no duermo, paso
horas acostada en la cama sin lograr dormir. Cuando por fin lo consigo, tengo
una pesadilla nueva, sueño que estoy despierta
en el departamento sin poder
dormir y que la nena me mira. Entonces despierto asustada y la nena está allí
mirándome.
***
Ya no
sé si el papel en el que escribo es real. Salgo de una pesadilla para entrar a otra… La
nena abrió la puerta del departamento
y se fue corriendo por las
escaleras, no podía dejarla ir sola. La calle estaba vacía. No era de día ni de
noche, el cielo era morado, corrí detrás de ella hasta que llegamos a la calle
que conozco bien, Río de Janeiro, he
estado allí varias veces, investigando.
La casa no estaba, había un baldío
húmedo en su lugar. La nena
se paró junto a la zanja, la misma que imaginé la primera vez que leí la
historia. Comencé a sacar las latas con las manos, me
cortaban y estaban llenas de tierra. Cuando ya había llegado cerca del fondo escuche la risa, era él, estaba cerca. El
sonido de las carcajadas sádicas retumbaba en las paredes de los edificios
alrededor. Entonces desperté, pero me encontraba dentro de la
zanja debajo de las latas y podía ver
pequeñas luces moradas que reflejaban
las latas, seguía escuchando la risa
pero esta vez venía de cada una de las latas… la locura se me quería meter por los oídos con el
sonido de cada carcajada. Cuando él se
hacía más fuerte, más próximo, desperté.
Estaba en el departamento, acostada y la nena me
miraba. Por primera vez me habló de él, ¿Lo
viste? ¿Sabés quién es? No me quiere
dejar salir, me tiene encerrada, ¿Quién sos? Entonces salió corriendo de nuevo hacía la
calle y comencé a perseguirla otra
vez pero cuando salí a la calle el cielo
era rojo y no podía ver a la nena. La calle era un río negro y los edificios
estaban todos cubiertos de mugre.
Cuando volví a despertar, la nena
estaba durmiendo junto a mí en la cama. Por primera vez tranquila. Entonces
entendí que él la tenía prisionera a su
lado en el infierno. Ya sé lo que voy a hacer, tengo que bajar a buscarla.