Little by little I strip myself naked from the pieces of past that confine me.
Every cell that dies within my body, every second, is replaced by a new cell, one without past,
One without memory.
Every hair that falls from my head, will be replaced,
Perhaps by a gray hair,
Perhaps wiser.
Every minute that passes,
My body is older, yet my cells are new.
I will pick the strands of who I was and thread them with the hopes of who I am becoming.
Because I WILL become.
As my feet touch the ground and the rain falls on my head,
I AM becoming.
I shine,
I am eternal.
Let me keep the core of who I was and keep becoming.
I WILL laugh, louder than I ever have.
I WILL dream every night of new colors.
I WILL speak with my eyes open and my arms stretched into the unknown.
I WILL become.
I WILL love as if my soul wasn't broken.
I WILL feel the skin of hope.
I WILL wake up every day with the comfort of my ghosts.
I WILL fight for the impossible.
I WILL become.
I am not one to be stopped.
Quizás somos todos seres rotos, Frágiles, Tratando de caminar sosteniendo Nuestros pedazos de humanidad, Con la esperanza de no deshacernos en la marcha, Buscando aquello que nos sostiene En una pieza.
lunes, 10 de septiembre de 2018
Multitudinaria
"Very well then I contradict myself; (I am large, I contain multitudes)."--Walt Whitman
Me habitan multitudes,
Sí, he dicho multitudes.
No me contradigo.
Me habita la tristeza de haber visto a mi padre muerto,
Me habita la esperanza de la risa de mi madre,
Me habita la luz de saberme viva,
Me habita la sombra de saberme frágil.
Soy la loca que se despierta a las tres de la mañana deseando un cigarrillo entre lágrimas y miedos irracionales.
Y soy la que le enseñó a meditar a sus alumnos así como las bondades de beber sábila.
Me habitan las miradas de quienes amo, me habitan rencores del pasado.
Me habita el "quizás",
el "jamás",
el "te odio", "te quiero"
el "adios", y el "vuelve".
Me habitan multitudes
Me habita la paz y me habita el cinismo
Soy caribeña iracunda,
Soy sudaca acomplejada.
Soy hermosa,
Soy insegura,
Soy valiente,
Y lloro mucho.
Me habita el dolor en la mirada del pobre,
Y me habita el goce del exceso.
Habito mi piel y soy parte del universo.
Converso con espíritus en mis sueños,
Y creo en el método científico.
Me habitan multitudes,
estoy llena de sonidos,
llena de palabras,
me habitan los libros
y canciones,
ideas y recuerdos.
Soy carne y me habita la divinidad del universo.
Soy el espejo de tus risas y el eco de tus miedos.
Me habitan siglos,
y me habita la ignorancia de mis pies descalzos sobre el suelo.
Me habitan multitudes,
me habita el universo.
Me habitan multitudes,
Sí, he dicho multitudes.
No me contradigo.
Me habita la tristeza de haber visto a mi padre muerto,
Me habita la esperanza de la risa de mi madre,
Me habita la luz de saberme viva,
Me habita la sombra de saberme frágil.
Soy la loca que se despierta a las tres de la mañana deseando un cigarrillo entre lágrimas y miedos irracionales.
Y soy la que le enseñó a meditar a sus alumnos así como las bondades de beber sábila.
Me habitan las miradas de quienes amo, me habitan rencores del pasado.
Me habita el "quizás",
el "jamás",
el "te odio", "te quiero"
el "adios", y el "vuelve".
Me habitan multitudes
Me habita la paz y me habita el cinismo
Soy caribeña iracunda,
Soy sudaca acomplejada.
Soy hermosa,
Soy insegura,
Soy valiente,
Y lloro mucho.
Me habita el dolor en la mirada del pobre,
Y me habita el goce del exceso.
Habito mi piel y soy parte del universo.
Converso con espíritus en mis sueños,
Y creo en el método científico.
Me habitan multitudes,
estoy llena de sonidos,
llena de palabras,
me habitan los libros
y canciones,
ideas y recuerdos.
Soy carne y me habita la divinidad del universo.
Soy el espejo de tus risas y el eco de tus miedos.
Me habitan siglos,
y me habita la ignorancia de mis pies descalzos sobre el suelo.
Me habitan multitudes,
me habita el universo.
jueves, 6 de septiembre de 2018
Carta a mi papá
Como no tengo la dirección del cielo, no te la puedo enviar por correo regular. Pero sé que leías mi blog con frecuencia. Quiero pensar que desde algún rincón del universo lo seguís leyendo.
Pá,
Sé, de manera racional, que escribo esta carta más para mí, que para vos. Yo la necesito, vos no.
Creo, quiero creer, que vos estás bien, esperándonos en algún lugar del universo. Cuando nos ibas a buscar a algún lado y sabías que nos íbamos a tardar, buscabas un café o una panadería cerca y aprovechabas para leer algo o jugar Sudoku. Quiero creer que esto es algo así: que cuando todo acabe, te voy a encontrar leyendo en algún rincón del universo.
Vos y yo nunca hablábamos de sentimientos. Usualmente te jodía el tema, así que hablábamos de todo lo demás. Hablábamos de política, de economía, de fútbol, de historia, de libros, de urbanismo, del tránsito, de las noticias, pero no de los sentimientos. Te costaba mucho decir en voz alta "te quiero". ("aja, aja" era nuestro "te quiero")
Hubo una época inmadura e irracional de mi adolescencia en la que dudé si nos querías; si me querías. Me preguntaba si te sentías amarrado por nosotros, por las responsabilidades. Si resentías no ser más libre, más dueño de vos mismo. Escuchaba estas historias sobre los padres de mis compañeros y de mis amigos teniendo "mid-life" crisis y me preguntaba si te pasaría.
Era muy joven y muy tonta para entender cómo funciona el amor de verdad.
No sé cómo hiciste para ser tan inmenso y a veces tan callado: estabas en todas partes.
Sé que nos amaste, que me amaste. Te costaba un trabajo increíble decirlo, pero lo viviste, en tus acciones, todos los días.
Lo sé porque, hasta ya siendo una mujer adulta, me texteabas por las mañanas "buen día" para asegurarte que no me había quedado dormida y me avisabas cómo iba a estar el tránsito.
Lo sé porque aún después de los 30, me regalabas cosas de la Mujer Maravilla y libros y calendarios de Mafalda porque sabías lo mucho que me gustaban.
Lo sé porque el día de mi cumpleaños siempre eras el primero en felicitarme.
Lo sé porque leías lo que yo escribía, me hacías preguntas y mostrabas interés en lo que yo decía.
Lo sé porque aparecías donde fuera para ayudarme si mi auto no arrancaba o si se le desinflaba una goma.
Lo sé porque recortabas artículos del periódico que pensabas me podían interesar.
Lo sé porque te bancabas mi música en el auto .
Lo sé porque me enseñaste a correr patines, patineta y bicicleta por más torpe que yo fuera.
Lo sé porque llegaste volando al hospital la noche que me atropellaron.
Lo sé porque una vez te fuiste a Yauco a buscarme un libro.
Lo sé porque sabías siempre a qué hora despegaba y a qué hora aterrizaba en cada viaje que hacía.
Lo sé porque llevabas una foto mía y de mis hermanos y de mamá en la billetera siempre.
Lo sé porque hiciste que yo te amara, mucho, cada día de mi vida.
Sé que me amaste. Sé que nos amaste porque hiciste cosas así por nosotros toda la vida.
Cuando escribí el primer poema (que me atreví a enseñar) a los 14 años, recuerdo que los transcribiste en computadora, le ajustaste la tipografía y lo imprimiste en un papel bonito para poderlo enseñar. Me sentí importante, y sé que para vos lo era.
Hoy el dolor es inmenso, porque la ausencia es inmensa, porque tu presencia fue inmensa.
Siempre supe que estabas, que ibas a estar, hiciera lo que hiciera, dijera lo que dijera. Cualquier vez que me sintiera perdida, solo tenía que llamarte y caminar en tu dirección. Nunca voy a conocer de nuevo ese tipo de incondicionalidad, esa magnitud de amor. Pero te prometo que voy a ser feliz, y voy a buscar en el mundo lo que habrías querido para mí.
Cuando entramos en la habitación del hospital, después de que todo se había acabado, después de que te quitaron los tubos y sacaron las máquinas, cuando vi tu cuerpo, sabía que ya no estabas allí. Eras vos, era tu cara, tu frente, tus lunares, pero ya no estabas. Algo faltaba. Esa presencia inmensa que ejercías sobre la vida se había ido.
Cada vez que tuviste una opción entre nosotros y cualquier otra cosa, siempre escogiste estar con nosotros. Y sé que si existe alguna manera celestial, seguís estando.
Me dan lástima los tipos que no han sido como vos, pá. Cultivaste un amor eterno en nosotros. te reconociste en nosotros, en que cada uno es una parte de vos, que sigue con vida y camina el mundo. Sos eterno, pá.
Pienso que estás sentado en algún rincón del universo leyendo, esperando que nosotros terminemos lo que nos toca hacer.
Contame, Pá, ¿qué estás leyendo?
Pá,
Sé, de manera racional, que escribo esta carta más para mí, que para vos. Yo la necesito, vos no.
Creo, quiero creer, que vos estás bien, esperándonos en algún lugar del universo. Cuando nos ibas a buscar a algún lado y sabías que nos íbamos a tardar, buscabas un café o una panadería cerca y aprovechabas para leer algo o jugar Sudoku. Quiero creer que esto es algo así: que cuando todo acabe, te voy a encontrar leyendo en algún rincón del universo.
Vos y yo nunca hablábamos de sentimientos. Usualmente te jodía el tema, así que hablábamos de todo lo demás. Hablábamos de política, de economía, de fútbol, de historia, de libros, de urbanismo, del tránsito, de las noticias, pero no de los sentimientos. Te costaba mucho decir en voz alta "te quiero". ("aja, aja" era nuestro "te quiero")
Hubo una época inmadura e irracional de mi adolescencia en la que dudé si nos querías; si me querías. Me preguntaba si te sentías amarrado por nosotros, por las responsabilidades. Si resentías no ser más libre, más dueño de vos mismo. Escuchaba estas historias sobre los padres de mis compañeros y de mis amigos teniendo "mid-life" crisis y me preguntaba si te pasaría.
Era muy joven y muy tonta para entender cómo funciona el amor de verdad.
No sé cómo hiciste para ser tan inmenso y a veces tan callado: estabas en todas partes.
Sé que nos amaste, que me amaste. Te costaba un trabajo increíble decirlo, pero lo viviste, en tus acciones, todos los días.
Lo sé porque, hasta ya siendo una mujer adulta, me texteabas por las mañanas "buen día" para asegurarte que no me había quedado dormida y me avisabas cómo iba a estar el tránsito.
Lo sé porque aún después de los 30, me regalabas cosas de la Mujer Maravilla y libros y calendarios de Mafalda porque sabías lo mucho que me gustaban.
Lo sé porque el día de mi cumpleaños siempre eras el primero en felicitarme.
Lo sé porque leías lo que yo escribía, me hacías preguntas y mostrabas interés en lo que yo decía.
Lo sé porque aparecías donde fuera para ayudarme si mi auto no arrancaba o si se le desinflaba una goma.
Lo sé porque recortabas artículos del periódico que pensabas me podían interesar.
Lo sé porque te bancabas mi música en el auto .
Lo sé porque me enseñaste a correr patines, patineta y bicicleta por más torpe que yo fuera.
Lo sé porque llegaste volando al hospital la noche que me atropellaron.
Lo sé porque una vez te fuiste a Yauco a buscarme un libro.
Lo sé porque sabías siempre a qué hora despegaba y a qué hora aterrizaba en cada viaje que hacía.
Lo sé porque llevabas una foto mía y de mis hermanos y de mamá en la billetera siempre.
Lo sé porque hiciste que yo te amara, mucho, cada día de mi vida.
Sé que me amaste. Sé que nos amaste porque hiciste cosas así por nosotros toda la vida.
Cuando escribí el primer poema (que me atreví a enseñar) a los 14 años, recuerdo que los transcribiste en computadora, le ajustaste la tipografía y lo imprimiste en un papel bonito para poderlo enseñar. Me sentí importante, y sé que para vos lo era.
Hoy el dolor es inmenso, porque la ausencia es inmensa, porque tu presencia fue inmensa.
Siempre supe que estabas, que ibas a estar, hiciera lo que hiciera, dijera lo que dijera. Cualquier vez que me sintiera perdida, solo tenía que llamarte y caminar en tu dirección. Nunca voy a conocer de nuevo ese tipo de incondicionalidad, esa magnitud de amor. Pero te prometo que voy a ser feliz, y voy a buscar en el mundo lo que habrías querido para mí.
Cuando entramos en la habitación del hospital, después de que todo se había acabado, después de que te quitaron los tubos y sacaron las máquinas, cuando vi tu cuerpo, sabía que ya no estabas allí. Eras vos, era tu cara, tu frente, tus lunares, pero ya no estabas. Algo faltaba. Esa presencia inmensa que ejercías sobre la vida se había ido.
Cada vez que tuviste una opción entre nosotros y cualquier otra cosa, siempre escogiste estar con nosotros. Y sé que si existe alguna manera celestial, seguís estando.
Me dan lástima los tipos que no han sido como vos, pá. Cultivaste un amor eterno en nosotros. te reconociste en nosotros, en que cada uno es una parte de vos, que sigue con vida y camina el mundo. Sos eterno, pá.
Pienso que estás sentado en algún rincón del universo leyendo, esperando que nosotros terminemos lo que nos toca hacer.
Contame, Pá, ¿qué estás leyendo?
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