jueves, 16 de mayo de 2019

Somos un océano


llenamos el océano de plástico,
por supuesto, es natural,
eso somos todos: máquinas de procesar basura.
desechamos cosas, desechamos tiempo, desechamos sentimientos,
a veces desechamos al otro.
Somos máquinas industriales de uso:
le rendimos culto al uso
usar cosas
usar tiempo
usarnos unos a otros.
botamos lo que no nos urge,
rompemos lo que se nos antoja,
            y lo desechamos cuando ya no tiene placer para exprimirle;
arrojamos a los costados del camino lo que ya no es usable, a lo que ya le extirpamos el alma.
somos bagazo consumiendo bagazo, produciendo bagazo, generando bagazo.
7 billones de seres rotos, consumidos, usados, usándose todo el tiempo,
esculcando entre los escombros de nuestra humanidad a ver si quedan corazones nuevos para usar.
Yo te uso.
Tú me usas.
Nos usamos.
Nos desechamos.
Y finalmente, un día,
me arrodillo en la arena,
frente al mar, esperando por una tortuga más pequeña que mi mano,
la vigilo,
quiero que llegue al agua,
porque si ella sobrevive, quizás sobreviva la nobleza que a veces me habita.
quizás sobrevivamos todos,
si ella sobrevive, quizás no nos convirtamos en basura, en seres habitados por el plástico;
quizás queda algo.
debajo de todo el bagazo humano, quizás queda un corazón latiendo en las entrañas de la tierra.
y con esa tortuguita va mi esperanza, hasta el fondo del mar,
buscando a Alfonsina y sus caracolas marinas.
cada nido que abre,
cada luna brillante que las guía al mar
en el momento que entran al agua, quizás el océano se abre para perdonarnos
quizás la luna, eterna testigo, nos mira menos herida
quizás podemos dejar de usarnos,
cada vez que una tortuga entra al mar.

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