lunes, 24 de mayo de 2010

Honor a los bicentenarios...

Lloró la presi, qué emoción!!!!!!!!!!! 200 años, dos siglos, veinte décadas, 73,000 y pico de días de ser nación.
¿Qué puedo comentar yo? Extranjera de mi propia patria, frente a la ilustre Cristinita heroína maquillada de la demagogia nacional.
Pues resulta que yo lloro también, lloro el pertenecer a una generación que no conoce a su país; lloro por no haber regresado y porque son 200 años completamente tácitos en mi idiosincrasia personal.
Mi único reclamo de orgullo nacional tiene melodía y letra:
Oíd, mortales, el grito sagrado:"¡libertad, libertad, libertad!"Oíd el ruido de rotas cadenas,ved en trono a la noble igualdad.
¿Verdaderamente, se rompieron las cadenas? ¿Hay un trono a la noble igualdad?
¿Qué hacemos nosotros? los hijos huérfanos de Argentina.
Quiero celebrar el bicentenario, quiero que se me hinche el pecho de orgullo patrio y solo siento una profunda ausencia. Y el origen de esa ausencia se fundamenta en un recuerdo: un ómnibus, luego un avion, para siempre un dolor.

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